Antonio, Antón, mi padre.
Qué elegante humildad,
qué sensata cordura,
que discreta magestad.
Siempre te recordaré...
como tú decias, con tu baby de crudillo
de botones en el centro y dos grandes bolsillos.
Atravesando el páramo cual lagartijo,
de olivo en olivo.
Puestos tus inmensos ojos en las pequeñas cosas
que tú las hacías grandes contándolas...
Gracias por tenerte tanto tiempo a nuestro lado.
