sábado, 22 de marzo de 2014

Memorias de mi padre. La magia del olivo.

Torrijos era una finca de olivar y como tal disponía de su propio molino de aceite.
¡¡ Qué maravilloso árbol !!, decía mi padre, no sólo nos da su fruto divino, sino que también sacaba de si la energía necesaria para transformarlo en aceite, el cisco picón. El cisco se elaboraba con los troncos de la poda. Cada dos años los olivos se podaban y el cisco que se conseguía se guardaba para moler la cosecha del próximo año. Así no faltaba nunca el combustible!!!
El cisco se hacía en enormes fogatas. Cuando la leña se quebraba en pequeños trozos, se apagaba la hoguera y se guardaban los restos. El cisco picón desprende una energía calorífica intensa y persistente, suficiente para mover la piedra del molino.
Mi padre y su amigo Manolillo, el hijo del mulero, no despegaban ojo de aquel gigante de fuego que Paco el aparcero montaba cada otoño.

Feliz 13 años...